Cortezo y Prieto, Carlos María

1 abril 1850 - 24 agosto 1933

Cortezo y Prieto, Carlos María

Nació en Madrid el 1 de abril de 1850. Estudió en el Instituto de San Isidro. A los 16 años comenzó la licenciatura de medicina en el Colegio de San Carlos, siendo además estudiante de filosofía. Realizó una licenciatura digna de mención especial ya que sacó sobresaliente en todas las asignaturas. A los 20 años ya había acabado los estudios de medicina y seis meses después obtuvo el título de doctor con la tesis La influencia de las bebidas alcohólicas en patología y terapéutica. Ese mismo año marchó a París donde trabajó con François-Sigismond Jaccoud.

Ingresó por oposición en la Beneficencia General pasando a desempeñar su plaza, como médico de guardia, en el Hospital de la Princesa. Tras presentarse a una Cátedra de Patología y Clínica Médicas de la Universidad de Barcelona, obtuvo pocos meses después la cátedra de Fisiología de la Universidad de Granada. Tras permanecer allí un tiempo, renunció a la Cátedra para volver a Madrid junto a su maestro José Gómez Ocaña, en el Hospital de la Princesa donde llegó a ser su Decano. Recibió también influencias de Ezequiel Martín de Pedro, fue miembro del Consejo de Sanidad, en calidad de vocal, desarrollando una importante labor, pues redactó un proyecto de ley sobre las disposiciones sanitarias preventivas contra les epidemias. Después de ser Director General de Sanidad orientó buena parte de su vida hacia la política, llegando a ser Vicepresidente del Congreso de los Diputados y Senador vitalicio. En 1905 desempeñó la cartera de Instrucción Pública, siendo a partir de 1909 Consejero permanente de Estado, institución que llegó a presidir.

Sus actividades sanitarias habían sido importantes desde años antes. En 1892 asistió a la Conferencia Sanitaria Internacional de Venecia, ocupándose a partir de ese momento de forma tenaz y efectiva de la epidemia de tifus exantemático. Defendió que el piojo desempeñaba un papel muy importante en el contagio y difusión de la enfermedad en la epidemia que tenía lugar en Madrid, basándose en sus observaciones en enfermos. Este hecho, que no ha sido bien recogido en la bibliografía científica, lo comunicó en 1903 en la Conferencia Sanitaria Internacional de París.

Además de sus meritorias aportaciones sobre el papel del piojo en el tifus exantemático hizo contribuciones sobre el empleo de las curas clorógenas (1881) en el tratamiento de las heridas. Entre sus publicaciones cabe destacar Lecciones de Terapéutica (Madrid, 1874), Lecciones de Patología y Clínica Médica (Madrid, 1880), Estudio sobre el cólera morbo asiático (1884), Los grandes remedios (Madrid, 1905), Profilaxis del cólera (1892), Empleo de fermentos metálicos en el tratamiento de la pulmonía (1907), Apendicitis (1908), Producción de hipertermia por el aparato de Kuhn (1908), Tratamiento curativo de la gripe (1918), Observaciones sobre la hemofilia (1920), así como un estudio sobre Ramón y Cajal, Cajal, 1924. Fue director durante varios años del El Siglo Médico, una de las revistas de más prestigio en esa época en comunicación médica. Fue secretario de la Sociedad Española de Higiene que fundó en 1878 junto a Francisco Méndez Alvaro.

Su actividad fue impresionante. No sólo en el campo de la medicina en una primera fase de su vida, sino como político de alto nivel luego, con importantes aportaciones para la sanidad de España, y además como escritor. Tras quedar ciego por una grave miopía, todavía a los 75 años seguía siendo un hombre muy activo como demuestra el hecho de que dirigía una emisión radiofónica de gran calado popular denominada Consejos Higiénicos.

Recibió un sin fin de distinciones entre las que destacan la Gran Cruz de Beneficencia, la de Isabel la Católica, la de la Corona de Italia, la de Carlos III, el Toison de Oro y la Legión de Honor. Fue Académico de la Real Academia Española de la Lengua, y en 1905 ministro de Instrucción Pública.

En 1891 ingresó como Académico de número en la Real Academia Nacional de Medicina con el discurso Influencia de la bacteriología en la terapéutica. Durante el periodo 1914 a 1928 fue Presidente de dicha institución. En 1920 se le rindió un importante homenaje en la Academia presidido por el Presidente del Gobierno a la que acudieron los personajes más importantes de la ciencia y la política.

Falleció en Madrid el 24 de agosto en 1933.

Discípulos

Entre otros, Marcelino Pastor Baeza, José García Sicilia, Francisco García Sicilia, Antonio García Sicilia y Francisco Javier Cortezo.

Bibliografía

JOSÉ ALVÁREZ SIERRA. Doctor Cortezo. Madrid, Editora Nacional, 1945.
AMALIO GIMENO Y CABAÑAS. Homenaje de la Academia Española de la Lengua a Don Carlos María Cortezo. El Siglo Médico, 92, 510-513 (1933).

Autor: Manuel Díaz-Rubio

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