Martínez Molina, Rafael


24 diciembre 1816 - 14 marzo 1888

Martínez Molina, Rafael

Nació en Jaén, el 24 de diciembre de 1816. Se le denominó el sabio andaluz. Deseando ser sacerdote, se graduó como bachiller en filosofía y cursó estudios de Física Experimental y de Química en la Universidad de Granada. En 1836, con 20 años, comenzó tardíamente a estudiar medicina en Madrid, en el Colegio Nacional de San Carlos, en la Facultad de Medicina de la Universidad Central. Se inclinó por el estudio de la anatomía bajo la dirección de los profesores Juan Fourquet Muñoz y Pedro González de Velasco. En 1842 fue ayudante disector y, siendo ayudante director de trabajos anatómicos, se licenció en 1846. Su pericia y conocimientos anatómicos le valieron el sobrenombre de “La perla del San Carlos”. Tras obtener el grado de doctor en Medicina y Cirugía, siguió ampliando sus conocimientos y estudió botánica, griego, mineralogía, química y zoología, por lo que en 1853 consiguió el grado de doctor en Ciencias Naturales.

Desde 1854 fue nombrado catedrático sustituto permanente y en 1867 siguió los pasos del profesor Juan Fourquet Muñoz como catedrático numerario de la Cátedra de Anatomía (general y descriptiva, fisiología, anatomía quirúrgica, operaciones, apósitos y vendajes), cargo al que renunció a los 66 años, en 1882, sustituyéndole el profesor Federico Oloriz Aguilera.

Por su prolija formación e interés creó un centro de bacteriología dónde, desde 1847, profundizaba en histología, como anatomía microscópica, histopatología, embriología y teratología, o anatomía comparada, apoyando que la Histología fuera incluida en el programa de Anatomía. En 1868, por sus pingües beneficios profesionales, pudo constituir privadamente el Instituto Biológico que sirvió para fomentar el espíritu investigador biomédico.

Desde su posición de influencia, apoyó activamente la creación de la Cátedra de Histología, en 1873, y a los primeros histólogos, entre los que se encontraban Aureliano Maestre de San Juan, Santiago Ramón y Cajal o Luis Simarro, quien, en 1885, trabajó en el Instituto Biológico. Entre sus discípulos, además de Balbino Quesada o Ángel Pulido, destacaron, entre muchos otros, Manuel de Tolosa Latour o Julián Calleja Sánchez, autor de su biografía.

Su intensa labor docente e investigadora la compaginó con la asistencial, siendo un cirujano afamado y director facultativo de varias clínicas, como el Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón o en el Hospital de San Jerónimo. Por ello, tuvo que enfrentar las epidemias de cólera de 1854 y 1855, que resolvió exitosamente. Por su encomiable trabajo, en 1856 fue nombrado médico-cirujano honorario de la Casa Real. Años más tarde, en 1873, previamente suscrito por el rey Amadeo I, el ministro español de Fomento, Manuel Becerra, le impuso, como Caballero, la Gran Cruz de la Orden Civil de María Victoria.

Fue académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina de España y un defensor acérrimo de las especialidades médicas, lo que en 1863 resumió en “Importancia de las llamadas especialidades”. Asimismo, tradujo con esmero obras de colegas extranjeros, entre ellas las teorías histológicas de Charles-Philippe Robin (espacios perivasculares de Virchow-Robin), la anatomía descriptiva de Sappey (1854-1858) o el manual de anatomía microscópica de van Kempen (1863). Publicó muchas de sus obras, resúmenes y opiniones en "El Siglo". Asimismo, destaca en 1857 su discurso en la inauguración de sesiones de la Real Academia Nacional de Medicina sobre el cólera o, en 1865, sobre las fases epidemiológicas de fiebres intermitentes perniciosas sufridas en Madrid.

Muy comprometido socialmente y consciente de la importancia de la educación, creó una escuela de primera enseñanza en Jaén. Asimismo, al fallecer aseguró una dotación económica para cuatro premios anuales que llevaban su nombre: uno en la Facultad de Medicina de Madrid, para el mejor alumno de primer curso (inspirado en el premio que había otorgado su maestro, el profesor Juan Fourquet Muñoz, para los alumnos de segundo curso); dos en la Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén, para la labor del buen padre y del buen hijo, respectivamente; y el cuarto, en la Real Academia Nacional de Medicina para la mejor memoria anatómica (que, en 1911, lo ganó don Gregorio Marañón por estudios anatómicos del sistema paratiroideo).

Falleció, en Jaén, el 14 de marzo de 1888.

Bibliografía

LÓPEZ PIÑERO JM. Martínez Molina, Rafael, en Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, t. II, Barcelona, Editorial Península, págs. 36-38. (1983).
PALMA RODRÍGUEZ F. Vida y obra del doctor Martínez Molina, anatómico y cirujano del siglo XIX. Instituto de Estudios Giennenses, Jaén (1995).
RINCÓN GONZÁLEZ MD. https://dbe.rah.es/biografias/18187/rafael-martinez-molina
TORRES MUÑOZ DE LUNA R. Reseña biográfica del doctor don Rafael Martínez y Molina. La Ilustración Española y Americana (Madrid), 15: 226-227. (1871)

Autora: María Trinidad Herrero

Algunas imágenes en el Banco de Imágenes de la Medicina Española

Martínez Molina, Rafael

1853
[D] El hombre considerado en sus relaciones y bajo la influencia de los agentes naturales .
[A] Reflexiones sobre algunos puntos relativos a la operación de la catarata .

1867
[D] Anatomía. Sus progresos y sus aplicaciones .
  • [A] Artículo
  • [C] Conferencia
  • [D] Discurso
  • [L] Libro